ESPECIAL: Rostros Villa Panamericana. Edificio Hidalgo II de Boquer 3 Arquitectos
por: EL INFORMADOR/Redacción
fecha de publicación: 05-04-2008, 08:00 hrs.
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Por: Eduardo sánchez Fotos: Alonso Camacho



Hay algo más allá de un sentimiento y un acta matrimonial que une a esta pareja de jóvenes tapatíos: la pasión por la arquitectura. Y es el fervor que le prodigan a la disciplina lo que los puso en un avión con destino a Barcelona para estudiar la maestría y luego el doctorado; él a principios de 2001, gracias a una beca del Conacyt, y posteriormente ella en 2002. No obstante de ser oriundos de Guadalajara e itesianos de igual manera, es en España donde se conocen, se enamoran, se casan, e inician a trabajar juntos.



En 2006 tomaron la decisión de emprender el retorno a su natal Guadalajara, pues los proyectos, a pesar de la distancia, surgían en ma-yor medida de este lado del Atlántico. Y así es como montaron su despacho en la ciudad, Boquer 3, bautizándolo de esta manera en honor a la dirección del apartamento en el que vivían en Barcelona y en cuya nómina no figuran más nombres que los de ellos dos.



“Aquella es la ciudad con más arquitectos por metro cuadrado, y era muy difícil empezar de forma indepen-
diente. Lo que pasa con los despachos barceloneses es que normalmente te contratan por tres meses y no te pagan. Pero los estudiantes y los becados no podemos vivir de esa manera”, comenta la pareja.



Pero Pedro Alcocer y Sandra Valdez se conocen tan bien, que sus talentos y capacidades se han complementado eficazmente a la hora de trabajar. Y es justo por ello que ya tienen un lugar en la historia de la Villa Panamericana en Guadalajara.



Sin embargo, la pareja admite que “los arquitectos tendemos mucho a juntarnos entre nosotros, como una tribu. De repente te das cuenta de que todos los conocidos son arquitectos y es nuestro deber abrirnos un poco más. En ocasiones somos muy ce-rrados, porque la profesión se vuelve casi una disciplina religiosa y es muy difícil salirte de ella; ver las cosas desde otras perspectivas”.



El proceso



Ya en Guadalajara las cosas no parecían tan sencillas; tenían que buscar un medio de vinculación con el medio arquitectónico tapatío de nueva cuenta. Por eso resolvie-ron ingresar como docentes: hasta la fecha, Pedro imparte Proyectos y Diseño Urbano en el ITESO, y Sandra Historia de la Arquitectura en el Tec de Monterrey.



Dicen que siempre ha existido una apatía por parte de Guadalajara hacia la arquitectura. “Más por parte de las autoridades que del gremio. En reuniones con amigos o arquitectos, hemos dicho que faltan concursos en la ciudad; son indispen-sables para elevar el nivel de la profesión. Es necesario esta-
blecer una cultura de concursos, por eso es que vimos como una obli-
gación el participar”, afirma Pedro.



“Este era el primer concurso de estas dimensiones y es por eso que decidimos entrar”, secunda Sandra. “Siempre nos estamos quejando, y no se valía que nos quedáramos fuera ahora que se hizo la convocatoria”.



Además del gusto por la arquitectura, sus respectivos trabajos en las universidades les da el tiempo suficiente para hacer otro tipo de cosas. “Aprovechamos que ahora no estamos tan saturados y entramos a todos los concursos que podemos. Para nosotros era muy padre porque la mayoría de los concursos son internacionales y esta era en nuestra ciudad, al lado de todos los que conocemos”.



Manos a la obra

La metodología de trabajo existía ya desde proyectos anteriores. Mientras que Pedro se especializa en urbanismo, Sandra hace lo suyo desde los detalles. “Nos complementamos en eso y fue lo que agilizó el proceso. En dos semanas tenía que estar listo”.



Empezaron a trabajar desde el espacio urbano; esto es, no sólo del límite del terreno que les fue asignado hacia el interior, sino que haciendo partícipe el contexto en el que se construiría. Pensaron en cómo funcionaba la esquina que les asignaron con respecto al resto de la ciudad y a Hidalgo, el sitio donde la avenida sufre su punto más caótico.



“Quisimos que funcionara como espacio público, porque así serviría para vincular la Plaza Tapatía, San Juan de Dios y la Cruz de Plazas con el proyecto de la Villa”, deta-llan los arquitectos.



“Un proyecto en un lugar tan especial como éste, no lo pue-des pensar sin querer integrarlo al espacio histórico, sólo que a veces se confunde la idea de integración con la mimesis. Pero nosotros creemos que ésa no es la única opción para ser parte del entorno”.



Éste, dicen los Boquer 3, es un proyecto interesante porque “son 15 creaciones y 15 puntos de vista diferentes. Así es como surgen las ciudades, a través de las percepciones de distintos arquitectos”.



Con respecto al remilgo de algunos participantes por el hecho de que los miembros del jurado no fueran todos arquitectos, cuentan que “la arquitectura la vivimos todos. Es un proyecto en el que, al final, Guadalajara entera estará involucrada. No es necesario que seamos nosotros mismos –los arquitectos- los que juzguemos y aceptemos lo que hacemos. La arquitectura es para todos. Y a Guadalajara le viene bien la diversidad”.



A qué sabe el éxito



“Fue una gran emoción. No éramos conscientes del impacto que iba a tener en la ciudad; quizás no estábamos preparados para eso. Los concursos son una posibilidad y una estrategia, pero no entramos con la visión de ganar a como dé lugar. Nosotros no contamos con el presupuesto de los grandes despachos, por eso es que al final nos sorprendimos de sabernos ganadores”.

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